SIENTO MUCHÍSIMO EL SILENCIO DE ESTOS MESES.

Ya sé que no he estado por aquí durante algún tiempo, pero a veces es mejor no luchar contra el destino y guardar silencio cuando tu voz se ahoga. Pronto, sin embargo, volveré a llenar de palabras las lagunas desiertas de mi alma. Hasta entonces, un abrazo.



























































































































































































































































domingo, 20 de junio de 2010

CAPÍTULO III

Si mal no recuerdo, fue por aquella época cuando me enamoré por primera vez como un pipiolo tocado por Cupido. Ella era alta, simpática, rubia de bote y me daba los buenos días cada mañana detrás del único canal de televisión que había entonces con una canción que aún hoy no he conseguido olvidar: “este es el show de XuXa que os saluda con amor”. Y eso era precisamente lo que yo necesitaba cuando la veía tras sus minifaldas imposibles, sus tops ajustaditos que dejaban ver mucho más de lo que tapaban y sus saltos y más saltos de aquí para allá rodeada de niños y de niñas que también saltaban y cantaban como imbéciles junto a aquella diosa de marfil que me hacía llegar tarde al colegio todas las mañanas con su irrepetible canto de sirena “es la hora, es la hora… es la hora de jugar”. Hubiese dado todas mis canicas chinas y dos de mis trompos de entonces por haber jugado con ella a los médicos y a las enfermeras. Sí, sin duda, creo que ella fue mi primer gran amor. Después vendrían otras imitadoras con fórmulas que enganchaban, para qué vamos a negarlo “a mediodía alegría”, pero nunca fue lo mismo. Hay ciertas cosas que sólo se viven de verdad una vez, la primera. El resto son sucedáneos descafeinados.
Por supuesto, con el tiempo descubriría la diferencia entre aquel escalofrío que recorría todo mi ser cuando veía el cuerpo semidesnudo de aquellas presentadoras y el verdadero amor, pero por aquel entonces aquello era lo más parecido que yo había experimentado nunca y como decía mi colega chuchi es que la tía eza está pa toma pan y moja.
Y es que la cuestión del sexo en mi barrio ocupaba gran parte de las tertulias diarias entre los demonios infantiles con los que compartía mis tardes ociosas. Yo no sabía muy bien de qué iba la cosa, pero en aquellas lides había que parecer un catedrático para que no te tomasen por inocente. Una vez un demonio menor preguntó que qué era aquello de correrse y desde entonces se convirtió en el corrito. Ya no importó el que alardeara de haber aprendido mucho desde entonces, cada vez que se reunía con nosotros una risa tonta saltaba de cara en cara hasta que alguien comentaba qué pasa corrito, ¿ya sabes lo del chorrito? Justo antes de que las risitas metamorfoseasen en carcajadas grotescas que no amainaban durante quince o veinte minutos. Alguna vez sentí pena por él, porque yo tampoco sabía entonces qué era aquello, pero ya os he dicho que si algo había aprendido en el infierno de mi barrio era a ser vivo para no convertirme en carnaza de los tiburones terrestres que andaban por doquier.
El símbolo sexual por excelencia en aquel mundo de maldad infantil era el burro del Chanín. El Chanín era un matón de los muchos que había en las barriadas, pero sus proezas sexuales corrían de boca en boca como regueros de pólvora alimentando la expectación y la envidia de todos los neófitos que escuchábamos boquiabiertos los relatos de sus hazañas. Por lo visto, era el único demonio menor de trece años que conociéramos que ya había practicado el sexo con esa gran desconocida que era la mujer. Quizá por eso o por una asociación malévola cuyo origen preferí no investigar, cada vez que el burro del Chanín rebuznaba en las cuadras situadas a menos de un kilómetro del barrio, alguien preguntaba invariablemente Corrito ¿tiene lah mano limpiah? Po anda vé a hazerle un favó ar burro der Chanín. Evidentemente las risas que seguían al comentario podían durar tanto como una buena novela de suspense…
Lo malo es que a veces el dichoso burro se pasaba rebuznando toda la tarde, no me preguntéis por qué, y a la décima vez que la preguntita se repetía la cosa quieras que no perdía parte de su gracia. Pero eso sí, aunque se hubiese repetido un millón de veces había que esbozar al menos una breve sonrisa cada vez, para que nadie pensara que no habías entendido la broma o que no te había hecho gracia, un pecado imperdonable como el de no saber guindarte a un pino para coger los nidos de los gorriones.
En fin, como ya os he dicho fue por aquel entonces cuando las primeras punzadas de mi cuerpo infantil raquítico dieron señales de una adolescencia incipiente, pero todavía habrían de pasar algunos años hasta que el mundo críptico y lejano de las féminas se convirtiera en algo más importante en mi vida que un buen tirachinas o ganar cien canicas en una sola tarde.

9 comentarios:

  1. Hola profe soy Patricia Bancalero, ya he leído los tres capítulos que tienes colgados están muy interesantes, entraré a menudo para ver si pones alguno más, eres un pedazo de escritor, espero que lo sigas haciendo.
    Un beso

    ResponderEliminar
  2. ¿Qué tal Patricia? Espero colgar tres capítulos más el fin de semana. Me encanta tener noticias tuyas. Un abrazo muy fuerte y hasta pronto.

    ResponderEliminar
  3. ¡Vaya panda de cabroncetes que estabais hechos!.

    Te sigo leyendo.

    Un saludo, amigo.

    ResponderEliminar
  4. Me alegra verte por aquí, compañero. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. ¡Lo que da de sí la imaginación!. Con esa edad y las hormonas floreciendo cualquier cosa se puede inventar. Lo malo es que de mayores sigamos igual, sin tener mucho donde "picar" e inventándonos fabulosas conquistas y con las hormonas en decadencia, ¡ me cahis!

    ResponderEliminar
  6. Juventud divino tesoro... quién sabe. Recuerdo con cariño mi ayer, pero cada día doy gracias por haber encontrado a la mujer de mis sueños. lo de las hormonas... en fin, quién no ha tenido trece, catorce y quince años. Hasta pronto desconocid@.

    ResponderEliminar
  7. javier duque!:D
    sabes quien soy? beatriz rider!
    como te va todo!? aaaaaai profesoooooor que te echamos muchiiisimo de menos!
    vente para el saavedraaaaaaaaaaa! :D
    muuuchos besos:)

    ResponderEliminar
  8. Hola Beatriz, me alegra muchísimo saber de ti. Yo también me acuerdo muchísimo de todos y de todas,de hecho me encantaría que volviésemos a vernos en el Saavedra, pero no está en nuestras manos. En fin, de todo corazón te deseo lo mejor, sobre todo que seas feliz y sonrías con alegría todos los días. Un abrazo fortísimo y hasta pronto...

    ResponderEliminar
  9. ME HA ENCANTADO¡¡¡¡¡¡¡¡ SEGUIRÉ LEYENDO

    ResponderEliminar