SIENTO MUCHÍSIMO EL SILENCIO DE ESTOS MESES.

Ya sé que no he estado por aquí durante algún tiempo, pero a veces es mejor no luchar contra el destino y guardar silencio cuando tu voz se ahoga. Pronto, sin embargo, volveré a llenar de palabras las lagunas desiertas de mi alma. Hasta entonces, un abrazo.



























































































































































































































































BIENVENIDOS

EL NOCTÁMBULO




No hablaré de los hipócritas que te saludan con una sonrisa mañanera y se giran mascullando entre dientes mugrosas necedades y comentarios viperinos, seres abyectos, envidiosos y miserables que profanan con su presencia la concordia cotidiana… porque no los soporto.

No hablaré de los mezquinos hacendados que dirigen el mundo desde oficinas majestuosas, de los señores del oro y del destino que no dudan en organizar guerras que provocarán miles de muertos mientras juegan al golf o viajan en jets privados para obtener algunos miles de millones extras con los que engrosar sus ya desorbitadas cuentas corrientes…porque me producen náuseas.

No hablaré de unos rojos desteñidos que a estas alturas de la película defienden con fervor los principios del capitalismo más intransigente, ni de fachas impresentables que quieren dar lecciones de democracia a un pueblo al que no escucha cuando dice “No a la guerra” y al que miente una y otra vez con tal de mantener sus cuotas electorales…porque me dan pena y asco.

No hablaré de los que desprecian la cultura árabe y el mundo musulmán sin conocer ni un ápice de su historia, una historia de luces y de sombras con momentos de esplendor en los que “los moros” construían ciudades eternas como Damasco, Siria o Córdoba, o traducían y conservaban las grandes obras de la antigüedad clásica mientras en Europa se fundaban ciudades infestadas de piojos y de ratas y la lectura, cualquier lectura, era un don reservado a unos pocos elegidos…porque la intolerancia y la ignorancia son los grandes males de nuestro tiempo y me faltan las palabras.

No hablaré de las ciénagas ni de los demonios que habitan en las profundidades insondables del ser humano, aunque cada día le pido a Dios – un Dios sin adjetivos, que no es cristiano ni musulmán, ni nuestro, ni suyo- que ilumine el camino del perdón y del respeto porque no soportaría una vida de odio y de desprecio hacia mis semejantes.

Pero sí hablaré de los mansos que jamás desearon mal a nadie, de los bondadosos que extendieron su mano para ayudar al necesitado cuando nadie más quiso prestarle ayuda, de los puros de corazón y nobleza en el alma, porque tal vez no heredarán la tierra, pero sin duda contribuirán a hacer de ella un lugar más habitable; sí hablaré de los que creen en el sueño de que algún día la justicia prevalecerá en nuestro mundo y de los que aportan sus esperanzas intactas por la paz y la concordia entre los hombres. Sí hablaré de los locos que empuñan sus lanzas de sueños para entablar batallas desiguales contra los molinos de la injusticia, el odio y el rencor que asolan a los pueblos, sí de los locos que alzan sus voces por encima del miedo para gritar que no creen en el Dios del dinero porque junto al bienestar, la comodidad y el lujo de la diestra, trae el dolor, la hambruna y las guerras de la siniestra, sí hablaré –en fin- de las luces que dormitan en nuestro interior, esas luces benévolas que hacen que el hombre se sienta orgulloso de su humanidad, porque si no fuera por ellas ya no habría esperanza para nadie.

A los unos y a los otros, a los demonios y a los ángeles que caminan cada día entre nosotros, BIENVENIDOS. Sed bienvenidos al mundo del noctámbulo, un mundo donde las palabras fundan imperios de papel y destronan dioses de barro, un mundo en el que todos tienen cabida porque en última instancia Dios ha puesto una luz en todos y en cada uno de nosotros, aunque en unos brille mucho más que en otros. Sed bienvenidos a mi noche infinita, a mi alma nocturna que anhela utopías en un mundo demasiado material, sed bienvenidos al abismo de la locura y al edén de la sinrazón, porque sólo allí hallarán cabida la esperanza y la ilusión en un mañana mejor para el mundo de los hombres.

El noctámbulo, el que vaga en las noches, el que vive en las sombras y en el silencio de las palabras, ya está entre vosotros.